La pandemia “nos replanteo a muchos si vale la pena seguir posponiendo esos proyectos que nos hacen sentir vivos. Les cuento el mío”, dice Federico Djeordjian en la presentación en sociedad de Sendero Gran Santa Cruz, una desafiante iniciativa turística que propone atravesar el sector cordillerano de gran parte de la provincia a través de un trekking que comienza en Los Antiguos y finaliza en El Chaltén. Un recorrido de unos 500 kilómetros y aproximadamente 25 días de caminata.
Federico es un joven empresario patagónico por adopción. Hace quince años que vino desde su natal Buenos Aires a quedarse en la Patagonia y actualmente es titular de la firma Chelenco Tours. Cuenta que su inspiración fueron “los relatos de los exploradores de la zona, y también mucho tiempo conociendo la geografía de la provincia. Tenes la ruta 40 que va al oeste, pero lejos de la Cordillera. Y tenes como una especie de ‘peine’, con muchas entradas: a Los Antiguos, Lago Posadas, el Parque Nacional Perito Moreno, al valle del Tucu Tucu, al lago San Martín y El Chaltén. Lo que hice fue, en lugar de entrar y salir, hacer una especie de caminata por la Cordillera norte- sur, uniendo un pueblo turístico en el norte (Los Antiguos) y la capital nacional del trekking al sur (El Chalten)”, explica Djeordjian.
Describe que “el diseño no es caprichoso ni novedoso». En gran parte atraviesa las huellas históricas de los primeros exploradores y, posteriormente, de arrieros que las utilizaban cuando necesitaban unir los diferentes valles cordilleranos.
El periplo incluye una primera etapa por la meseta (de las cinco que la componen), que une el valle de los Antiguos con los lagos Posadas y Pueyrredón. Su duración aproximada es entre tres y cuatro días.
“En mi caso lo caminé norte-sur, porque es el rumbo que tenía yo, pero también se puede hacer desde el oeste, desde la parte más alta de la ruta 41, subir a la meseta y desde ahí bajar a la zona del Portal Pinturas. Hay un montón de variantes, más fáciles que las que yo hice”, aclara Djeordjian.
Uno de los pasajes de su aventura es el de la meseta, porque si bien estaba “con mucha ansiedad por empezar, también tenía dudas de si iba a poder cruzarla con éxito, porque la meseta impone respeto. Es un ambiente único, de alta montaña, a primera vista parecería que no hay nada, pero a medida que empezás a caminarla, te das cuenta que está llena de vida, por momentos atravesada por un jardín de flores de alta montaña lleno de mariposas o por un mar de rocas con decenas de pequeñas lagartijas. Es una inmensidad dominada por los guanacos, era levantar la vista y avistar a decenas de guanacos en el horizonte”.
Federico detalla que combinó una inmersión en la naturaleza intacta de la Patagonia, acompañado por la tecnología: “me ayudó a orientarme allí arriba, a encontrar fuentes de agua y a identificar una ventana de buen tiempo sin viento para que el cruce no fuese un calvario. Fui con un equipo de montaña mínimo y ultraliviano de 5 kg más o menos, de 38 litros, todo súper liviano y eso ayuda bastante a hacerlo más rápido, más seguridad, más tranquilo, menos dolor, más confortable”, aclara el guía.
A lo largo de esos más de 400 km “atravesé un montón de estancias que podrían dar alojamiento, comida, aprovisionarse, en algunos casos ayudarte con algunos enlaces vehiculares que pueden acortar la ruta, comunicación, wi fi, etc. A eso apunto, a promocionar esta actividad que puede generar laburo, a generar movimiento económico, valoración por el turismo. Se podría tener una especie de prestadores de turismo rural”, explica.
Para Djeordjian la aventura no está solo compuesta por paisajes alucinantes, o por la experiencia de caminar en el medio de la nada, “sino también por la posibilidad única de compartir con los pobladores locales”.
«Para mí y para todos los turistas con los que uno labura, la Patagonia es sinónimo de libertad, de inmensidad, de aire”, explica. “Sentí que era el momento indicado para salir y mostrar esto. Poner en valor la libertad que la Patagonia te ofrece”.