En realidad, cada año se festeja el Día Mundial de las Aves Migratorias dos veces: el segundo sábado de mayo y el segundo de octubre. Esto sucede porque hasta 2018 existían dos celebraciones, fomentadas por diferentes entidades dedicadas a la protección y conservación de las aves que migran y de sus hábitats, pero ese año se unificaron.
Las dos grandes campañas que originaron ambos días tenían prácticamente los mismos objetivos: informar y sensibilizar a la población acerca de la importancia ecológica de estas aves, de las amenazas a las que se ven enfrentadas, de su relación con los seres humanos y de lo fundamental que es trabajar de manera mancomunada, unida y solidaria para protegerlas.
Todos los seres que poblamos la Tierra cumplimos roles dentro de nuestros ecosistemas y a su vez, participamos del mantenimiento del equilibrio del gran ecosistema que es el planeta. Las aves migratorias son fundamentales para que el medio ambiente no se deteriore y también ayudan a los seres humanos.
Cuando su instinto se lo indica, las aves migratorias dejan sus zonas de alimentación y se dirigen a las de cría, donde se reproducen, para luego retornar junto con las nuevas generaciones a los sitios de engorde, en las áreas más cálidas de la Tierra. Ello implica a veces, que vuelen más de 5000 kilómetros. En cada sitio en donde se asientan, constituyen un control de plagas de insectos tan eficaz como sostenible e inocuo. Por ello es tan importante cuidar sus nidos, porque si no se cría la cantidad suficiente de golondrinas, vencejos y aviones, se producirá un aumento en la cantidad de moscas, mosquitos y otros insectos, ya que son sus predadores naturales, de hecho, cada pajarillo zampa más de 2000 insectos diariamente.
Si no nos preocupamos por su preservación y supervivencia, las consecuencias podrían ser catastróficas. Tenemos que ser conscientes del daño que las acciones del ser humano causan en sus hábitats: contaminación, deforestación, incendios, vandalismo, masificación urbana, crecimiento desmesurado de las áreas de cría de ganado y de cultivos intensivos y un largo etc. El riesgo de extinción pende como una espada de Damocles sobre muchas especies de aves y la culpa de ello es únicamente del ser humano, que acabará siendo víctima de su propia codicia y negligencia, pero que no sucumbirá solo, sino que se llevará consigo a muchos seres inocentes.
Con el lema del año 2021 se pretende que las personas observen a los pájaros que están en su entorno o que salgan a los campos, los bosques o las montañas a familiarizarse con ellos. Es imposible defender y proteger lo que se desconoce, por lo que la idea principal es que disfruten de su canto, se deleiten con su vuelo y finalmente se involucren activamente en su preservación y salvamento.