Un estudio desarrollado por investigadores del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) y colaboradores, con el objetivo de comprender la relación entre los niveles de estrés en crías de ballenas francas y la intensidad de los ataques de gaviotas cocineras en Península Valdés, reveló resultados sorprendentes: los niveles de hormonas de estrés previos a la muerte son mayores en ballenatos con muchas lesiones de gaviotas en comparación a los que tienen pocas o ninguna lesión.
PICOTAZOS
Las gaviotas cocineras han aprendido a alimentarse de la piel y la grasa de las ballenas francas vivas en Península Valdés. Los repetidos picotazos de las gaviotas producen importantes lesiones en el lomo de las ballenas y notables cambios en su comportamiento mientras buscan evitar este acoso, resaltó El Chubut.
Los primeros ataques de gaviotas fueron observados en la década del ’70 como eventos aislados. Sin embargo, muchas gaviotas han aprendido a alimentarse de las ballenas vivas y hoy prácticamente todas las ballenas que visitan el área son acosadas, siendo los ballenatos quienes reciben la mayor proporción de los ataques.
ESTRÉS DE LAS CRÍAS
El estrés intenso que experimentan las crías que sufren más ataques podría comprometer su supervivencia.
Por ello, desde el ICB llevan adelante este estudio para investigar la respuesta endócrina de los ballenatos frente a los ataques y el acoso de gaviotas usando métodos de laboratorio para determinar niveles de hormonas en barbas que se obtienen durante los estudios de los ballenatos que mueren en la Península.
LA INVESTIGACIÓN
Esta investigación es liderada por el Biólogo Alejandro Fernández Ajó, investigador del ICB y becario doctoral Fulbright-Ministerio de Educación, en la Universidad del Norte de Arizona, Estados Unidos.
Para la realización de este estudio los investigadores analizaron los niveles de glucocorticoides y la hormona tiroidea T3 a lo largo de la vida de 36 ballenatos que al morir presentaban heridas producidas por gaviotas en un gradiente de pocas a muchas heridas.
También se incluyó en el análisis a modo de comparación el caso de una cría de ballena franca del Atlántico Norte que murió por una colisión con un barco, es decir, una muerte traumática y rápida sin estrés fisiológico previo.