A poco más de un mes del comienzo del invierno, la temporada de esquí sigue siendo una gran incógnita en San Carlos de Bariloche, al igual que en el resto de los destinos de nieve del país. Si bien el Cerro Catedral -el mayor centro de esquí de América del Sur y principal motor de la actividad invernal en esta ciudad- ya habilitó la venta de pases que contemplan la posibilidad de ser usados tanto este año como en 2022, lo cierto es que las reservas vienen muy lentas.
Aun con incertidumbre, los principales actores de la temporada invernal vislumbran un escenario medianamente positivo. “Somos optimistas, pensamos que será una temporada floja pero buena, siempre y cuando se pueda abrir y se habiliten los viajes. En el verano quedó demostrado que el turismo protocolizado es una actividad segura”, afirma a LA NACION Néstor López Dávalos, presidente de la Asociación del Cerro Catedral, que nuclea a todos los locales que funcionan en la base del cerro, entre escuelas de esquí, rentals, restaurantes y hoteles.
“Sentimos mucha ansiedad y cierta sensación de última esperanza, porque hace 22 meses que no podemos trabajar. Somos unos 3000 trabajadores en el cerro. Para los instructores de esquí, como yo, por ejemplo, ha sido desesperante, porque también nos perdimos la posibilidad de trabajar en el invierno europeo”, agrega López Dávalos.
En el sector ligado a la actividad de nieve, la sensación es que la actividad turística de Bariloche no resistiría otro invierno sin temporada. Belén García Bertone, presidenta de la Cámara de Turismo, también remarca que todo lo referente a productos de nieve no genera ingresos desde hace casi 2 años.
“Los miedos existen, pero estamos mejor posicionados: por un lado, porque el invierno pasado no recibimos turistas pero sí se habilitó la actividad en el Catedral para los residentes. Eso nos permitió ajustar los protocolos. Por el otro, Bariloche tuvo una temporada de verano atípica, pero activa y eso también nos permitió poner a prueba las actividades turísticas”, asegura García Bertone.