La ciudad más austral de Río Negro está a pleno de turistas. Se reforzó el transporte hacia Bariloche por la demanda y hay buenas expectativas para febrero, con la Fiesta del Lúpulo.
Hoteles y campings repletos, gente caminando en hilera por la feria artesanal, patios cerveceros sin mesas disponibles, paradas de colectivos colmadas de jóvenes con mochilas gigantes y termos de mate. Filas para cargar combustible y para comprar en el supermercado e incluso para tomar un helado. Con un 93% de ocupación y picos que alcanzan el 100%, El Bolsón vive la mejor temporada de los últimos años.
La localidad sigue siendo el destino predilecto de los mochileros amantes de campings, hostels y travesías de montaña pero este verano se sumaron familias que ya no llegan por un día de paseo. Por eso el promedio de estadía es de 5 a 6 días.
Rocío Antelo, una turista de Capital Federal, planeó dos semanas de vacaciones en la región cordillerana, junto a su esposo, sus dos pequeños hijos y otra familia amiga. “Venimos siempre porque nos gustan mucho las montañas y la comida. Vamos a campings y alternamos con cabañas para poder cocinar. Pensé que estaría más caro pero encontrás descuentos”, reconoció.
Aseguró que no tuvieron problemas para reservar alojamiento aunque se encargaron en noviembre, con bastante anticipación al viaje.
Una situación que marca el nivel de afluencia turística es que para conseguir pasajes para Bariloche, donde se encuentra el aeropuerto más cercano, no había lugares hasta los primeros días de febrero. La preocupación de los turistas que debían regresar a otros puntos del país motivó las gestiones del intendente Bruno Pogliano que logró la ampliación de los refuerzos del transporte entre las dos ciudades.
En lo que va de enero, El Bolsón recibió gran cantidad de público del Valle de Río Negro, Neuquén, Chubut; en menor medida, de Buenos Aires y Córdoba. Los bolsonenses reconocen que también “se nota mucho turismo extranjero”.
Milanesas y supremas, 220 pesos; pan casero, 70 pesos; tortas fritas, 20 pesos; empanadas, 40, puntualiza un cartel exhibido en un food track en medio de la feria artesanal. Al mediodía, los cuatro trabajadores no parecen dar abasto con las consultas y pedidos. “Nací acá y hacía mucho que no veíamos tanta gente. Ampliamos el horario y a veces, abrimos a las 9 y nos vamos a las 23. La gente consume pero tampoco es que gasta mucho. Se cuidan bastante”, reconoció Marita Riffo mientras prepara más tartas.
A unos pocos metros, una mujer lleva una canasta tapada por una manta y de tanto en tanto, pregunta: “¿torta frita?”. Otra ofrece sandwiches de berenjenas sentada en un banco entre las dos filas de puestos.
Iris Grillo, de Esquel, recorre la feria mientras que su hijo toma un licuado de frambuesa. “Es un mundo de gente pero vale la pena. Me gusta mucho la energía de la gente. Hay mucha paz, ganas de disfrute y ganas de consumir también”, admitió.
“Vemos gran movimiento de gente como en el 2015. Es un éxito en relación al año pasado que fuimos tan castigados por el hantavirus. Además, tiempo atrás, la gente venía de Bariloche y se volvía en el día. Hoy está más registrada la marca y vienen directamente a El Bolsón”, planteó Nicolás Morelli, artesano en madera.
El optimismo que generó la ocupación en enero se mantiene también para febrero con la Fiesta Nacional del Lúpulo que se realizará el 21, 22 y 23 del próximo mes. “Tenemos ocupación plena para esa fecha que engancha con el feriado de Carnaval. Pero recurrimos a nuestros vecinos de Lago Puelo, El Hoyo y El Maitén para albergar a todos los visitantes que quieran venir a la fiesta”, indicó Pogliano.
“En esta visión comarcal -agregó el intendente- resaltamos Puelo y Epuyén con sus lagos, El Hoyo con el laberinto, El Maitén con La Trochita, Cholila con sus campos y sus lagos aptos para la pesca. Y El Bolsón, con la red de refugios “más grande de Sudamérica con 13 refugios”.