El Bolsón y Lago Puelo reciben a miles de jóvenes en búsqueda de aventura

· 4 Ene 2020 ·
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Desde que comenzó el verano, la escena se repite: cientos de jóvenes llegando a El Bolsón y Lago Puelo con la premisa de “subir a los cerros lo antes posible”.

¿Cuál es el encanto? “El contacto con la naturaleza, en su estado más puro, es uno de los principales atractivos. La posibilidad de llegar hasta el río Azul, a pocos minutos del centro de la ciudad, los pone frente a un marco de montañas imponente, además de desconectarlos y dejar detrás toda la rutina. Allí está la barrera, que en realidad se abre hacia un mundo de aventura inolvidable, en medio de bosques milenarios, ventisqueros, lagos jamás imaginados y nieves eternas”, resaltó el secretario de Turismo, Bruno Hellriegel.

Desde allí, la oferta es ingresar a la red de refugios de montaña más grande de Sudamérica, con un total de 17 paradas interconectadas por senderos, que se extiende por toda el Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido y se prolonga hasta la provincia del Chubut.

La Playita, La Tronconada, Cajón del Azul, El Retamal, La Horqueta, Los Laguitos, Encanto Blanco, Dedo Gordo, Natación, Hielo Azul, Casa de Campo, El Conde, Lindo, Roca del Tiempo y Motoco (del lado chubutense), son los destinos luego de 4 o 5 horas de caminata. Perito Moreno es el único que se puede llegar en auto y Piltriquitrón queda frente a la ciudad de El Bolsón, hacia el este.

“Mientras subía y sufría un poco en algunos tramos, pensaba que no importa, esto es infinitamente mejor que un día tranquilo de trabajo”, graficó Matías Santos, un adolescente de Comodoro Rivadvia, ya de vuelta en el hostel.

Por los años ’80, María José Cantilo le cantó “a El Bolsón de los cerros”. Fue el detonante para que miles de mochileros porteños (embuidos de la cultura “hippie” de entonces), emprendieran el viaje a dedo para experimentar esa sensación de conocer la cordillera. Con el tiempo, “ese público es mucho más heterogéneo, hoy incluye a la familia que sale completa a recorrer y conocer nuestros paisajes”, aseveró Hellriegel.

Se refirió enseguida a los 17 refugios abiertos para recibir a los excursionistas, donde para llegar hay que caminar un promedio de 3 o 4 horas. “Existen desde los más rústicos hasta otros con mejor infraestructura y con mejores servicios -detalló- Los costos de alojamiento se ubican entre los $550 y $700 (algunos incluyen el desayuno y ducha con agua caliente), mientras que por armar la carpa cobran $200 por persona. También tienen proveeduría y ofrecen alguna pizza o guiso de montaña, además de la cerveza artesanal elaborada por los mismos refugieros”.

“En los cerros no hay wifi, pero te aseguro que hay buena conexión”, valoró por su lado Romina Blanco, una chica llegada desde Córdoba, quién valoró “las noches de fogón, durmiendo a la intemperie porque el cielo completamente estrellado parece venirse encima. Seguramente algún día contaré esta experiencia a mis nietos, ojalá la repitan”. En tanto, sus amigas marcaron sus preferencias “por los chicos que conocimos en la guitarreada, cerveza artesanal y algún porrito de por medio”.

No obstante, el secretario de Turismo pidió a los caminantes que “por una cuestión de seguridad, antes de subir es obligatorio registrarte en la Oficina de Montaña”, ubicada en Roca y Perito Moreno, al lado de la plaza Pagano (también se puede hacer en la web del ANPRALE).

La mayoría de los senderos parten desde la chacra Wharton (en Mallín Ahogado), hasta donde se llega en micro o remise (además hay estacionamiento para dejar el auto). Recordar que los refugios no trabajan con reservas y el alojamiento es por orden de llegada. Tampoco hay señal de celular, por lo tanto se pide “dejar avisado con anterioridad a la familia, para que no se preocupe”. A la hora de “ser responsable”, se recomienda “seguir los senderos señalizados y no cortar camino en curvas, zigzag y caracoles. Llevar calzado adecuado, protector solar y abrigo, porque en las noches suele refrescar mucho, tampoco cargar peso innecesario”, detalló Diario Jornada.

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