Desde el viernes la localidad celebrará la 46° Fiesta Nacional del Lúpulo. Es por eso que la cervecería El Bolsón realizará una cocción en vivo de cerveza con productos de la firma local Lúpulos Patagónicos. Te proponemos un paseo por la historia de un cultivo que se une a una bebida en el sabor amargo de una buena cerveza artesanal.
El lúpulo es el ingrediente con menor porcentaje en la cerveza, pero el más valioso: es el responsable del aroma, amargor, sabor y estabiliza la espuma. Entre El Bolsón y Lago Puelo, más de 60 familias las viven del cultivo del lúpulo desde hace años. A ellos, le compran insumos cerveceros artesanales que ofrecen una cerveza hecha con el agua más pura, y en el paisaje más lindo.
La localidad entrega otro buen motivo para ser la elegida el fin de semana largo. Los que vayan no deben perderse de hacer la visita guiada en la finca de Lúpulos Patagónicos, un buen punto de arranque para conocer la historia que empezó a escribirse a principios del siglo XX con Otto Tipp, un inmigrante alemán que llegó desde Chile con rizomas para cultivar lúpulo.
El relato oficial dice que Otto usaba las plantas para dar sombra y que inició domésticas producciones artesanales de cerveza. A su vez, a mediados de la década del 50, la maltería Quilmes contrató al esloveno Leopoldo Léskovar para que encuentre los lugares ideales para la producción de lúpulo en el país. Tras varios intentos, recaló en El Bolsón y quedó fascinado.
En las fincas
Lúpulos Patagónicos se encuentra en el Circuito Mallín Ahogado y pertenece a la familia Leibrecht que en 1982 se estableció en El Bolsón. Las visitas guiadas son de lunes a sábado de 10 a 13. Klaus Leibrecht, el gerente y uno de sus dueños, abre la puerta de su establecimiento a todos los que quieran sumergirse en la historia de este cultivo y habló con el Voy de estos frutos que forman parte de su ADN.
“Primero recorremos los campos y la historia. Hay mucho para contar, en cuanto al desarrollo de las plantas, las variedades. Al fondo hay una laguna, que sirve de sistema antiheladas, es un lugar muy lindo. Después se ingresa a la planta, donde está la maquinaria y se explica el proceso de cosecha, de secado y pelletizado”, dice.
En algún momento intentaron exportar a Inglaterra. El producto que viajó al viejo continente fue muy bien recibido por su calidad y ganó buen precio, pero la logística y los costos de la exportación, hicieron que la familia vuelva a apostar por el mercado nacional.
Todos los años, en febrero o marzo, el lúpulo llega a su punto de maduración comercial para ser cosechado. “Nosotros arrancaremos el 2 y antes que lleguen las primeras heladas hay que levantar todo. Este año viene excelente, también porque pudimos invertir en equipos anti heladas. Pero acá estamos esperando el punto justo de la cosecha y ese es el mejor momento para venir”, dice Klaus.