La pintoresca ciudad, ubicada a 25 kilómetros de Esquel y a 1.900 de Buenos Aires, es la entrada al parque, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La localidad chubutense de Trevelin, ubicada en un verde valle que tiene como colosal fondo la cordillera de los Andes y el paisaje del bosque andino patagónico, es el portal de acceso al Parque Nacional Los Alerces, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2017.
El acceso más cercano desde la localidad es la Portada Sur, que se encuentra a unos 15 kilómetros de Trevelin y que es el ingreso a la hidroeléctrica Futaleufú, donde se realiza una visita guiada a la sala de máquinas, y a todo lo que es el corredor de la ruta 34, que une con el paraje rural Aldea Escolar.
«Después de Trevelin, a 24 kilómetros se encuentra la Portada Centro, que compartimos con Esquel, que está a 42 kilómetros, por lo que nosotros estamos a la mitad», explicó el secretario de Turismo local, Juan Manuel Peralta, en una charla con Télam. Trevelin, con sus 9.000 habitantes, se encuentra a unos 1.900 kilómetros de Buenos Aires y a 30 del aeropuerto de Esquel.
«Nosotros queremos ser al Parque Nacional Los Alerces lo que El Calafate es para el glaciar (Perito Moreno) y Puerto Iguazú es para Cataratas», remarcó Peralta.
Para gozar del Parque Nacional Los Alerces
Entre las actividades a realizar dentro del parque, Peralta destacó el safari lacustre al bosque alerces milenarios que se inicia embarcándose en el lago Menéndez.»Se llega a una zona de selva valdiviana y desde allí se camina unos 15 minutos hasta encontrar el Lahuan, que es un alerce de más de 2600 años de antigüedad», agregó.
Estas actividades de ecoturismo se pueden realizar teniendo a Trevelin como base, donde hay alojamientos para todos los presupuestos, principalmente vinculados a cabañas, hosterías y camping.
«Tenemos uno muy lindo para motorhome, que al estar tan cercanos a la frontera con Chile, permite que muchas personas que recorran la zona con ese medio o en bici, tengan un lugar acondicionado», aseguró el funcionario municipal.
Trevelin, que significa pueblo del molino, tuvo una excelente temporada con una ocupación promedio de entre el 86 y el 90% en enero y del 80% en febrero -con récord de visitante al Parque Nacional Los Alerces-, y para romper con la estacionalidad, extendió hasta el 31 de mayo su temporada de pesca, que se inicia en noviembre y finaliza el 30 de abril.
«Es un segmento puntual específico y contamos con 6 lodges de pesca con hosterías muy especializadas para el pescador, que viene principalmente de los Estados Unidos a pescar trucha y salmón, que son especies exóticas introducidas desde el país del norte», precisó.
Agregó que «el marco natural y la calidad del medio ambiente hace que la especie tenga una genética muy buscada».El lugar de pesca es el Río Grande, que desemboca en el Océano Pacífico, que tiene un cauce muy importante y es donde se ubican la mayoría de los lodges y los cotos de pesca.
Rescatando los orígenes
Además, Trevelin cuenta con una serie de atractivos turísticos, tanto por su pasado galés -hay escuelas donde se enseña el idioma, iglesias y el tradicional festival del Eisteddfod, el 1 y 2 de mayo-, como de los pueblos mapuche y tehuelche.
El nombre alude a esa visión productiva de los colonos galeses que trajeron consigo toda la producción de harina, tanto que había en la localidad 22 molinos, aunque hoy sólo se conservan como museos el Andes (municipal), y el Nat Fall de Mervyn Evans.
Otro atractivo que se destaca es el corredor turístico sobre la ruta nacional 259, con las bodegas Nant y Fall y Casa Yague, las más australes del mundo; la cascada Nant Fall; el lago Bagillt; y los establecimientos de agroturismo.
«Y es muy importante para nosotros el turismo rural comunitario en el paraje Aldea Escolar y Los Cipreses, manejado por la comunidad mapuche-tehuelche de Lago Rosario y Sierra Colorada, donde las comunidades ofrecen servicios muy interesantes desde el punto de vista cultural», destacó Peralta.