Lejos de cualquier plantación de cacao y sin una tradición ancestral relacionada con el chocolate, lo cierto es que Bariloche logró convertirse en referente en su elaboración, no solo en Argentina sino en toda la región. Desde la calle Mitre, atiborrada de chocolaterías, hasta la Fiesta Nacional del Chocolate, seguimos el rastro de este producto en una ruta absolutamente deliciosa.
En rama, en tabletas, bombones, huevos, figuras, con frutos secos, licores y todas las combinaciones que se puedan imaginar, el chocolate fluye por Bariloche. Un producto que se ha convertido ya en uno de los más refinados del mundo, gracias a técnicas y recetas procedentes de Europa que se mezclan con la creatividad y la innovación desarrolladas en la ciudad.
Alrededor de 20 chocolaterías nos esperan en Bariloche, que ostenta curiosos récords mundiales como la tableta de chocolate más larga del mundo, de 200 m y 1.500 kg
Pero, ¿cómo se convirtió la conocida como Suiza argentina en la capital nacional del chocolate?
Orígenes italianos
San Carlos de Bariloche (o, simplemente Bariloche) el es principal destino turístico de la Patagonia (y uno de los más importantes de Argentina), con alrededor de un millón de visitantes anuales, especialmente procedentes de Europa y Sudamérica, que acuden atraídos por sus excelentes opciones de esquí y turismo de aventura.
Sin embargo, entre montañas, lagos y bosques emerge una ciudad que concentra, en poco más de una calle, hasta 20 chocolaterías, además de curiosos récords mundiales como la tableta de chocolate más grande del mundo (200 m de largo y 1.500 kg de peso) o el huevo de Pascua más grande del mundo, hecho con 8.000 kg de chocolate.
Todo comenzó en 1947, cuando los Fenoglio, una familia italiana de maestros chocolateros, instaló la primer fábrica de chocolate en la ciudad. Más o menos por la misma época se instalaron en la ciudad los Secco, otra familia italiana, llegada en este caso del Véneto y el Tirol del Sur. También chocolateros, continuaron el oficio en su nuevo hogar en Argentina, una tradición que continuaron sus hijos y, hoy, sus nietos. Mientras Fenoglio ya no cuelga en ningún cartel comercial, los Secco siguen regentando la Chocolatería del Turista.
Fiesta Nacional del Chocolate
Sea cual esa la primera, lo cierto es que hoy existe una buena variedad para elegir. Si hacemos coincidir un viaje con la Semana Santa (guiño-guiño) podremos además participar de la gran Fiesta Nacional del Chocolate, con cuatro días repletos de actividades, de degustaciones a juegos como las búsquedas de huevos, actuaciones musicales o decoraciones con las que homenajear -y saborear- todas las preparaciones, formas y sabores imaginables de este dulce.
La ruta más dulce
Una de las paradas imprescindibles la tenemos en la chocolatería Benroth, una empresa familiar fundada en 1965, y creada por Bernardo Benroth, que aprendió el arte del chocolate junto a chefs franceses y suizos, además del pionero Aldo Fenoglio.
La tercera generación de la familia define su producto como «chocolate de culto», totalmente artesanal y de baja producción, en la que alternan sus clásicos chocolates rellenos con y sin licor, como las variedades con crema de leche y pistachos, tiramisú y mazapán con chocolate semiamargo, que alternan con novedades como los ‘trekking’, frutos secos cubiertos de chocolate recomendados para las caminatas por la montaña y los nuevo sabores de chocolate con especias y ligeros toques picantes, que recomiendan para maridar con quesos, fiambre, vino o cerveza.
Mamuschka
También hay que entrar en Mamuschka, fundada en 1989 por Juan Carlos Carzalo y que supuso toda una revolución con su packaging en intensos tonos rojos y la figura de la matrioshka, la tradicional muñeca rusa, omnipresente.
En su local que hace esquina entre las calles Mitre y Rolando encontraremos todo tipo de elaboraciones suculentas como almendras rellenas, mousse de chocolate y dulce de leche, licrores de cremas y su ya famoso timbal de nougat, con capas de praliné de almendras, caramelo y Mamusch Cream.
Presumen de cacaos importados de Perú, Ecuador, Venezuela y Brasil y novedades como bombones de malbec.
Rapa Nui
Sin salir de la calle Mitre encontramos Rapanui, otra empresa familiar que fundaron los herederos de los primeros Fenoglio 1996 en este caso en un coqueto local de estilo art nouveau. En Rapanui tuestan sus propias habas de cacao procedentes de Ecuador, Colombia, Brasil y también de África y producen su propia pasta de cacao que se procesa con leche o manteca en función de la elaboración.
Entre sus productos estrella, FramNui, una frambuesa helada cubierta con capas de chocolate blanco y con leche, tabletas de chocolate con sal o con sabor a cerveza.
Visita a la fábrica
De las pocas fábricas de chocolate que se pueden visitar en Bariloche está Frantom, que también cuenta con un local en la calle Mitre. El maestro chocolatero Francisco González del Pino recibe personalmente a los visitantes para explicar cómo se elabora el dulce patagónico por excelencia.
Cada visita es diferente, en función de lo que se esté preparando en ese momento concreto, que puede ser desde bombones de colores (azules con sabor a arándano o verdes de pistacho por ejemplo) a tabletas o ramas.
Las más atrevidas
Terminamos con algunas de las novedades que se suman a la ruta, entre ellas Van Wynsberghe Chocolats, que apuesta por los ingredientes de la Patagonia como rosa mosqueta, lavanda, frambuesas y sauco que mezcla con técnicas y presentaciones innovadoras y el saber hacer heredado de sus raíces belgas. Además de comprar, ofrecen visitas, charlas y catas de varietales así como degustaciones y catas a ciegas.
Catedral Chocolates también se suma a la ola de la innovación. De creación más reciente (2010), desarrolla productos que definen como delicados como trufas, cericet (cerezas maceradas en licor y cubiertas de chocolate) y otros bombones.