Avanzamos en 4×4 por una ruta semi vacía hacia el Área Protegida Piedra Parada, a 120 km de Esquel. Una porteña distraída osa abrir la ventana y todo se transforma en viento: la cara áspera, los ojos llorosos, el pelo que se enmaraña para siempre. «¿Querías Patagonia? Acá la tenés», se rie Marcela Mathon, guía de la Secretaría de Turismo de esta ciudad de Chubut.
Atravesamos la estepa de vegetación achaparrada -coirones, nimeos- y horizontes inverosímiles: la nada misma, correlativa con la ínfima cantidad de vehículos que llegan hasta la zona natural en este día gris. Salvo un pueblo, Gualjaina, con una sola estación de servicio desierta y no mucho más.
Zona marcada por diferentes erupciones volcánicas, el monumento Piedra Parada es una manifestación de viejas explosiones simultáneas. No es la montaña y la boca del volcán como la imaginamos siempre sino toda una superficie inflamable de entre 25 y 30 km de diámetro, una caldera originada 50 millones de años atrás. El infierno tan temido, le dicen volcán de ampolla, extinto allá lejos y hace tiempo.
La estepa y su soledad se interrumpen con los manchones de verde que bordean el río Chubut que cruza toda la provincia, el único que nace en la Cordillera y desemboca en el Atlántico. El alma descansa de tanto desierto en la claridad de sus aguas verdeazuladas y en los sauces que lloran sobre sus orillas.
Iniciamos la caminata por un cañadón de roca, falla geológica cuyas paredes se colorean de azul, gris, rojo, verde esmeralda. Los colores demuestran los eventos climáticos que sucedieron durante las diversas eras geológicas. «Después del surgimiento de la cordillera de los Andes, la época de las glaciaciones y su derretimiento, se formó este sendero que hoy transitamos, paisaje moldeado por el paso del agua», explica Marcela. Los montañistas utilizan las paredes de roca para practicar escalada, por ahora en forma libre y gratuita.
Piedra Parada es uno de los atractivos que ofrece esta comarca que conserva la belleza de lo inexplorado y la hospitalidad genuina de quien recién asoma al gran turismo. A pesar de haber tenido récord de viajeros en la última temporada, con 80 por ciento de ocupación durante enero y sólo un poco menos en febrero. Durante estos meses, Esquel recibió 42.565 turistas. Es decir que en 60 días la ciudad ya contabilizó casi un 50 % de todos los viajeros recibidos en el 2019.
Además de la coyuntura económica que invita a viajar por el país, el crecimiento se debe a la creciente difusión de su belleza natural aún desconocida para muchos y a las novedades que se suceden en la ciudad y en la zona. Para quienes la conozcan, conviene redescubrirla; y para el resto, simplemente dejarse deslumbrar.
La ciudad se modernizó y cuenta con bancos en las veredas de la avenida principal que logran que turistas y locales permanezcan más tiempo en la calle como espacio público, movida que se suma a las flamantes cervecerías con mesas en el exterior. Además, existen circuitos para caminar o correr como el Boulevard Ciruelos o el de la Vía del Tren, junto con una bicisenda de casi 8 km y la cercana laguna La Zeta, donde se prevé construir un gran hotel.
Además del Área Natural Piedra Parada, quizás menos conocido, se suma la cadena de lagos, glaciares en extinción con lagunas escondidas y senderos para caminar del Parque Nacional Los Alerces.
También el rafting por el río Corcovado, el canopy, el río Percy y sus costas para disfrutar, las cascadas de Nant y Fall sobre la ruta 259 y su bodega homónima, los tés memorables de Trevelin, el esquí en La Hoya (la flamante concesión promete novedades para la próxima temporada), entre otros placeres para disfrutar sin restricciones.
Porque esa es la sensación inmensa que embarga el espíritu en esta comarca por la que aún se puede navegar sin pagar y bañarse y acampar a la vera de ríos y lagos sin pedir permiso: la alegría de la libertad.
A tomar el té
Además de las actividades ligadas a la naturaleza, la región ofrece buena gastronomía. En Viñas Nant y Fall se puede comer picadas, empanadas, pastas y hasta el cordero al asador que prepara el chef y dueño Sergio Rodríguez. Funciona incluso como camping modelo, para poner la carpa entre viñas rodeadas de montañas con el canto del arroyo que atraviesa el campo casi listo para cosechar en abril.
Otra opción es tomar el té galés en Trevelin en casas como Nain Maggie, para adentrarse en el mundo de este pueblo y la historia de su llegada a la Patagonia.
Susana de la Fuente cuenta que su madre Lucy Underwood aprendió la torta de crema de su abuela Maggie, que murió a los 103 años. Luego Lucía transmitió la receta a su hijo Javier. Recién después de 8 años de práctica consideró que estaba listo el aprendizaje.
A Susana, en cambio, Maggie le enseñó a tejer.
Hoy los hermanos trabajan juntos: ella atiende las mesas y Javier prepara las recetas de memoria cantando en el fondo de la cocina.
La variedad del té incluye la famosa torta de crema -si está recién hecha mejor: el secreto es batir a mano en el final para airear la preparación-. Y la galesa, de sabores otoñales con frutos secos remojados en alguna bebida espirituosa, manjar que se comía para los casamientos y se guardaba en latas para repetir un trozo en cada aniversario.
Se suma la torta de guindas, la de chocolate, la de dulce de leche con coco, los scons y el té a libre demanda, en hebras.
Pero basta de comer. No hay gula que perdone el estar en un lugar así y no volver a las montañas y a los lagos de agua cristalina como los que se conservan en el Parque Nacional Los Alerces, declarado en 2017 Patrimonio Mundial Natural por la Unesco. Son 263 mil ha protegidas al oeste de la provincia sobre la región andina, en el límite con Chile.
Nuevas hosterías
La hostería-refugio Krügger sobre el lago homónimo en Los Alerces reabrió sus puertas este año. Ofrece tres habitaciones para dormir y almuerzo diario. Se llega luego de una hora de navegación en la lancha desde Puerto Limonao o tras 12 horas de caminata de dificultad alta desde Villa Futalaufquen. Para los trekkers, vale la aclaración que se puede acampar y dormir a mitad de camino en Playa Blanca. Siempre conviene llamar primero a la intendencia de Parques para saber si el sendero está habilitado.
La navegación transcurre por aguas transparentes que reflejan todo, tanto, que el tramo que une el lago Futalaufquen con el Krügger se llama Estrecho de Los Monstruos por los reflejos de la piedra de formas atemorizantes. Estos lagos también están abiertos a la navegación privada, el kayakismo y la pesca deportiva.
Desde la hostería comienza el sendero hasta el Naufragio del río Frey, nombrado así en honor a Emilio Frey, quien formó parte de la Comisión encargada de los límites con Chile bajo la dirección de Francisco P. Moreno a partir de 1886.
Frey navegó este río con esa misión, embarcado en una canoa de madera junto con tres baquianos chilenos para investigar el río y su desembocadura. Al llegar a la zona de piedras y rápidos no pudieron dominarla, la embarcación se dio vuelta y naufragaron. El resultó el único sobreviviente de la tragedia, según explica Rodrigo Amado, el guardaparque del área.
No hay ruidos salvo el de los pájaros que aletean en el agua transparente y verde que salpica sus destellos diamantinos entre cañas colihue, alerces, maitenes. Se respira el bosque y sus flores coloridas en el amarillo del amancay, el violeta de la reina mora, el naranja fluor de las muticias y el fucsia de los chilcos. Próximamente se abrirá el sendero hasta Las Palanganas, los rápidos más espectaculares del río.
Amado, guardaparque hace 16 años, se encuentra en el área del lago Krügger desde enero. «No hay un día igual al otro y eso es lo hermoso». La costa está libre de construcciones para caminar entre alerzales en flor y bañarse en el lago con vista a las montañas y el cielo protector. Si se camina lo suficiente se logrará el sueño de la playa desierta.
Hay dos opciones más de navegación: la primera y más conocida es hacia el alerzal milenario, con ejemplares de más de 2000 años como el abuelo, que sigue vivo en un bosque de muchos ejemplares de la segunda especie más longeva del planeta.
La segunda posibilidad, una hora de lancha desde puerto Chucao hacia el Glaciar Torrecillas, donde se desembarca para realizar un trekking de dificultad media de una hora y media hasta la laguna El Antiguo. Se atraviesa una zona de transición entre la selva validiviana y el bosque andino patagónico donde pueden verse tineos y coihues, entre otros árboles. Se asciende hasta desembocar en una morena de glaciar bordeando un arroyo que en algún momento se cruza tomado de una cuerda; luego se bordea el cauce en un territorio virgen de presencia humana, sin caminos. Una vez al pie del glaciar se almuerza. El agua de la laguna color verde con vista a la pared de hielo es helada y no está permitido bañarse.
Nadie puede llegar a este lugar salvo caminando: nada iguala la belleza del silencio y los paisajes de este lugar prístino que sabemos mañana cambiará de forma irremediablemente. Porque el Glaciar Torrecillas está en retroceso: se calcula que en 50 años estará totalmente derretido.
«El agua vale más que el oro, no sólo porque estamos en contra de la megaminería sino porque también somos conscientes del patrimonio invalorable de agua pura que tenemos», concluye Marisa Santos, guía de Glaxiar Expeditions y montañista.
Esquel y sus paisajes aún preservan el velo del misterio no revelado, el mismo que recubre con su bella luz inexplicable las montañas y los días en esta comarca patagónica.
Datos útiles
Cómo llegar
Aerolíneas Argentinas vuela 6 veces por semana todos los días menos los martes ida y vuelta. Ida y vuelta desde $10.000.
Dónde comer
Casa de té Nain Maggie: Perito Moreno 179, Tel. (02945) 480232. Trevelin. Abre todos los días de 15.30 a 20. Por las mañanas de 9 a 12 . Té galés que respeta tradiciones y recetas familiares.
Legua 50: Buen restaurante abierto hace cuatro años cuyas pastas, a pesar de no ser la especialidad de la casa, valen la comida. Hay cordero, trucha y bondiola de cerdo. Belgrano y San Martín. Tél 02945 45-2875.
Pil Pil: sabores de la Patagonia: uno de los restaurantes más lindos de la ciudad, con cocina gourmet con ingredientes locales resignificados y dignificados. Samiento 799, Whatsup (02945) 451127.
Viñas del Nant y Fall, bodega, restaurant y ecocamping: Para llegar hay que tomar la ruta 259 en dirección a Chile y a las famosas cascadas hasta el km 52, 5, Trevelin. Tel.: (02945) 515021. Abierto todos los días. Habitaciones y motor home eco camping, con facilidades increíbles como cambio de agua y wifi en todo el predio, entre otras. El arroyo corre al costado de los viñedos, a donde también hay prolijas parcelas para acampar a su lado con fogón y luz eléctrica.
Don Chiquino: Ameghino 161, Esuel, Tel.: (02945) 450035. Especialidad en pastas, muy buenas lasagnas.
Cervecería Blest: sucursal de la histórica barilochense bien puesta con buena comida para ser una cervecería, de platos abundantes. Av. Alvear 1025, Esquel.
Excursiones
El tour de día completo a Piedra Parada cuesta $3300, con traslado, guía y snack.
Alojamiento
Hostería El Coirón: a unas cuadras del centro de Esquel. Habitaciones standard con buenos desayunos, desde $2838 en base doble. Avenida Ameghino 1883 esquina A. P. Justo, www.hosteriacoiron.com.ar, ho***************@gm***.com
Más información
La Secretaría de Turismo de Esquel llama a los hoteles para ver disponibilidad y ayuda a los turistas en sus paseos: in*********@es****.ar, Tel: (02945) 51927, 08003331083.
Largo vuelo en canopy con vista panorámica
En un predio de 500 ha, la hostería Pueblo Alto ofrece un canopy para dejar sin aliento a más de uno, atravesando montañas de rama en rama cual Tarzán, a 80 metros de la tierra.
Son cinco tramos, los primeros tres a 40 metros y los últimos a 100 metros de altura: la perspectiva es alucinante. Se cruza el cañadón del arroyo Fontana; por delante se visualiza el parque nacional y el cordón Situación.
Cuesta 1500 por persona, 2000 con el té incluido. El canopy junto con otras excursiones de rafting son coordinadas por la agencia Epa, en el centro de Esquel, Av. Fontana 482, Tel. (02945) 457015.