Como las colinas, hay siete sitios de Roma que –por suerte- quedan fuera del radar turístico, y que hasta son desconocidos por los mismos romanos.
Los visitantes que llegan a Roma por primera vez difícilmente salgan del circuito del Vaticano, el Coliseo, el Foro y la Plaza España. Pero la capital italiana es un catálogo de historia y arquitectura, con nuevos rincones para descubrir aunque uno la haya visitado una docena de veces.
Para homenajear a las famosas colinas de la ciudad proponemos caminar por siete sitios que las guías mencionan de pasada y que los visitantes apenas reparan en su existencia.
Gianicolo
Los que presumen de conocer a Roma sabrán que significan Aventino, Campidoglio, Palatino, Celio, Esquilino, Quirinale y Viminale. Son sus siete colinas. Pero hay una octava, menos conocida, que es Gianicolo.
Ubicada en el barrio del Trastévere, el esfuerzo de fatigar las piernas vale la pena, porque desde allí se despliegan hermosas vistas de la ciudad eterna.
En su cima se encuentra la Fuente del Acqua Paola, la Iglesia de San Pietro in Montorio, donde se supone que fue crucificado San Pedro, y hasta un faro, el Manfredi, obsequiado de los inmigrantes italianos en Argentina.
Quartiere Coppedé
Quartiere Coppedé es un barrio residencial de clase media-alta, habitual sede de embajadas. Allí el arquitecto Gino Coppedé desplegó su imaginación para crear un conjunto de 26 palacetes y 17 villas, todo un catálogo de estilos, desde el modernismo al art decó, pasando por el barroco, el oriental y el medieval.
La entrada es por un arco diseñado por este arquitecto florentino, ubicado en la Via Salaria y el Via Nomentana, y desde allí se pueder ver fastuosas residencias como el Palacete de la Araña y el Chalet de las Hadas.
Pirámide de Cayo Cestio
En Roma hay 13 obeliscos del Antiguo Egipto, que se levantan en plazas como la de San Pedro, Popolo, San Juan de Letrán y las Terma de Diocleciano.
Pero en la ciudad también hay una pirámide. Se encuentra al lado del cementerio protestante y la Muralla Aureliana, y es una construcción de mármol blanco de 36 metros de alto, que pasa desapercibida entre el caótico tránsito romano.
Fue construida como tumba del magistrado romano Cayo Cestio, en el 12 a.C. Aunque su cobertura de mármol le da una elegante presencia, su interior es de ladrillo.
Cementerio Protestante
Los amantes del necroturismo tienen una cita en el Cementerio Protestante de Roma.
Como los que no eran católicos no podían ser enterrados en los camposantos de las iglesias, en el siglo XVIII se creó este cementerio de una agradable belleza, con estatuas de ángeles de agradable estampa y lápidas discretas.
Entre las 4.000 tumbas crecen cipreses mediterráneos y otros árboles que recuerdan a la estética de un cementerio del norte de Europa.
Allí están enterrados el poeta inglés John Keats y el filósofo Antonio Gramsci.
Via Appia
En el año 312 a.C. se construyó esta calzada de piedras que llegaba hasta Brindisi, a 513 kilómetros, una de las columnas vertebrales del imperio romano.
No hace falta irse tan lejos para descubrirla: en el Parque Regional dell’Appia Antica, al sureste de Roma se puede transitar a pie o en bicicleta, en un hermoso entorno de 3.400 hectáreas de pinos, esculturas y tesoros arqueológicos.
En el trayecto de rocas basálticas hay varios kioscos y sitios para comer algo liviano, y disfrutar de la naturaleza en medio de la ciudad.
Cerradura de los Caballeros de Malta
El Palacio del Aventino es una de las sedes de la Soberana Orden de Malta, o sea la embajada de esta orden de caballeros hospitalarios fundada en la Edad Media.
No es posible visitar este palacio, pero allí hay una curiosidad que es un secreto a voces entre cada vez más personas: la visión del ojo de una cerradura.
Cuando llegue a la Plaza de los Caballeros de Malta verá a varias personas haciendo cola en una de las puertas de palacio. Cuando se mira por la cerradura, de a poco la pupila descubre, al centro y a lo lejos, la cúpula de la Basílica de San Pedro. A tener la cámara preparada.
Villa Doria Pamphili
Este es uno de los parques más grandes de Roma, con 180 hectáreas. Si ya se conoció la Villa Borghese, esta es una excelente opción para desconectar mientras se camina.
Creada en el siglo XVII, en sus senderos se pueden ver estatuas y mansiones como el Casino del Bel Respiro, que tiene las colecciones de antigüedades de la familia Pamphili, los antiguos propietarios de la finca. En tanto el Palazzo Corsino se usa como galería para exposiciones temporales.
Los jardines tienen partes de estética italiana y otras inglesa, con sectores de grutas, fuentes, lagos y pérgolas.