“Estábamos heridos de muerte y ahora nos dieron el tiro de gracia”. Con esta frase, Miguel Sosa, vicepresidente de la Cámara de Turismo de Chubut y propietario de una cabaña en la localidad de Lago Puelo, definió la situación por la que atraviesa toda la Comarca Andina del Paralelo 42, en la región patagónica cordillerana, integrante también del denominado Corredor de Los Andes, a raíz de la pandemia de coronavirus.
Sosa hizo referencia a las dos situaciones angustiantes de la zona, que se pueden extender a lo que está ocurriendo con el turismo en todo el país. “En 2019 fue un desastre por el hantavirus que, además, mató a 15 personas de Epuyén. Y ahora, cuando empezábamos a repuntar un poco, llegó la pandemia del coronavirus. Fue un golpe al corazón de nuestras economías regionales”.
«Nosotros no tenemos muchas esperanzas de encontrar una salida. Quedamos en el medio. Hay ayuda para los sectores más vulnerables como corresponde y para las grandes empresas. Pero nadie piensa en el pequeño y mediano empresario, en las pymes», se quejó.
Asimismo, sostuvo en una entrevista a Clarín: «Aquí son todas empresas personales, tenemos empleados y no sabemos cómo les vamos a pagar el sueldo. Tampoco los vamos a dejar en la calle. Son empleados y vecinos. En estos pueblos chicos las cosas se manejan de palabra, con confianza”.
Sosa tiene un emprendimiento turístico de cabañas en Lago Puelo, un lugar paradisíaco de la cordillera chubutense. “Teníamos el 90 por ciento de reservas para estos fines de semana largos (incluido Semana Santa). Pero claro, todo quedó anulado», advirtió.
«No sabemos cómo vamos a pagar los servicios. Ya se siente el frío en la zona y los gastos en electricidad y calefacción son importantes. Si no llegan préstamos a tasa cero y con un año de gracia estamos perdidos. Hablan de créditos al 24 por ciento de interés. ¿Quién lo va a poder pagar?”, se preguntó el prestador turístico.
La misma situación la atraviesan pequeños comerciantes, dedicados a la fabricación de chocolate y cerveza artesanal, por citar algunos ejemplos. “Las rutas están desiertas, nadie pasa. No hay a quien venderle la mercadería. Y esa gente si no trabaja, si no vende, no come”, expresó Sosa.
“Si tengo que definir este momento es de desesperación. Las ventajas y la suspensión de pagos alcanza a monotributistas hasta la clase B. ¿Y los demás? Acá en el corredor nadie trabaja, todo está parado. El año pasado fue el hantavirus, ahora la pandemia. Estamos condenados”, completó.
En diciembre de 2018, el hantavirus (un virus contagiado por un roedor) se desató en la localidad de Epuyén casi en el centro de la comarca. Dejó 15 fallecidos, todos de ese pequeño pueblo. La gente canceló entonces todas las reservas.
El virus recién logró ser erradicado en marzo y por la aplicación de un estricto aislamiento a los contagiados. La temporada repuntó en la zona pero cuando venía bien (enero y febrero hubo ocupación plena) llegó la pandemia que sacude al mundo entero.
“Es muy difícil que nos recuperemos antes de 2021. No sabemos cómo vamos a aguantar. Necesitamos que alguien se acuerde de nosotros”, finalizó Sosa.