Museo y parques temáticos al aire libre permiten descubrir un poco más sobre la morfología de estos seres y su forma de vida en aquellos lejanos días en que nuestro planeta era completamente diferente. Caminaban por estas tierras australes con pisadas de gigantes dominando el paisaje. Eran amos y señores del mundo en tiempos prehistóricos y hoy, millones de años después, despiertan fascinación.
Huellas, huevos, huesos, historias: el turismo paleotológico invita a recorrer los rastros de esos seres extintos. Países como México, China o España cuentan con destinos imperdibles para todo fanático de las especies prehistóricas.
En Argentina, esta modalidad de turismo también fue cobrando fuerza en los últimos años, al ritmo de hallazgos valiosos en distintos rincones de nuestro país que fueron noticia en todo el mundo.
La ruta de los dinosaurios es un recorrido turístico científica-cultural que permite integrar a distintos parques geológicos y paleontológicos que existen en la Argentina. El Parque Nacional Talampaya en La Rioja, el Parque Natural Ischigualasto más conocido como «Valle de la Luna», en San Juan, el Parque Nacional de Sierra de las Quijadas en San Luis.
A ellos se suma la localidad de Malargüe en la provincia de Mendoza con el proyecto denominado «Huellas de dinosaurios».
Restos fósiles y réplicas de dinosaurios en tamaño real se combinan con los más impactantes escenarios naturales.
Las señales de la vida prehistórica se extienden también más al sur, en el Valle delos Dinosaurios neuquino, en la Reserva Natural Valle Cretácico -en el norte de Río Negro-y los bosques petrificados de Chubut y Santa Cruz, entre otros puntos que conservan nuestro patrimonio paleográfico.
Expertos científicos y nerds aficionados, exploradores y aventureros que no pierden huella los visitan.
A través de senderos rojizos, en el mismo lugar donde anidaban y empollaban sus huevos animales prehistóricos, el Parque Geológico Natural Sanagasta hoy recibe a los viajeros que buscan conocer el pasado. Así lo describen desde la Secretaría de Turismo de la provincia.
Entre los atractivos, es posible admirar las formaciones cretácicas, de curiosas siluetas en el bolsón de Huaco, a la vera de la Ruta 75. En esa región, los míticos animales hacían sus nidos y de los vestigios de ese pasado se traducen sus costumbres, entre ellas, las técnicas con las que empollaban sus huevos y anidaban. En ese lugar, un centro de interpretación ayuda a descubrir la evolución de estos gigantes.
El yacimiento, al norte de la localidad de Sanagasta, posee también plantas fósiles y toda una historia de erosión eólica; son entre 65 y 95 millones de años de recorrido, un espacio de tiempo que resulta difícil imaginar y que invita al descubrimiento.
“La riqueza del lugar dio pie a la creación de los sitios naturales protegidos con el fin de preservar los restos paleontológicos de joyas tales como los popularmente llamados riojasaurios, entre los dinosaurios más grandes de la Argentina”, explican.
Las réplicas a escala de reptiles voladores, carnívoros de diez metros de largo y la especie herbívora de extenso cuello e igual cola bautizado titanosaurius emplazadas en soledad en el paisaje imponente riojano, en los mismos lugares donde fueron hallados huevos y zonas de anidada, llaman la atención de los turistas y transportan a un mundo desconocido. Toda la información sobre dónde comer, dormir, que agencia contratar y como llegar se puede consultar en la Secretaria de Turismo de La Rioja al tel: 0054 0380 4426345 o mediante sus redes sociales.
En el parque Sanagasta sorprenden réplicas gigantes de dinosaurios
No demasiado lejos de allí, el Parque Nacional Talampaya es otra de las paradas indispensables. Recibe aproximadamente 60.000 visitantes al año, y es uno de los lugares en la Argentina con mayores hallazgos de fósiles animales y de flora, que responden a la población que tuvo lugar en el período triásico de la era mesozoica hace 225 millones. Por esta razón ofrece una exhibición de 16 réplicas de dinosaurios en tamaño real en el Sendero del Triásico que tiene como objetivo recrear la vida animal durante la prehistoria.
Según un informe elaborado por Booking.com, portal que conecta a los viajeros con la variedad más amplia de alojamientos, el parque ofrece diferentes servicios y hasta se puede acampar en él. La entrada general tiene un valor de $400 y hay distintas tarifas bonificadas.
Combinación de hallazgos científicos y bellezas naturales
En el 2014, en Chubut fue descubierto el dinosaurio más grande del mundo el Titanosaurio. Tenía un peso de 15 toneladas, 40 metros de largo y 12 metros de altura. Una réplica del mismo puede visitarse desde hace un par de años en el ingreso a Trelew. Pero hay mucho más para ver en esa provincia.
El Museo Paleontológico Egidio Feruglio concentra los hallazgos fósiles más importantes de la Patagonia. Posee un concepto de museo contemporáneo, diseñado desde el período geológico actual hasta la Era Paleozoica con sus antiguos registros. Posee más de 1.700 piezas fósiles y 30 ejemplares de dinosaurios, junto a maquetas y láminas explicativas.
Se realizan visitas guiadas para grupos de 30 personas, en idioma español, inglés, italiano y alemán. Entre la colección se encuentra el Giganotosaurus uno de los dinosaurios carnívoros más grandes hasta ahora conocidos.
En Neuquén, el Museo Carmen Funes contiene una de las mayores colecciones de dinosaurios patagónicos del mundo, con aproximadamente 600 ejemplares. Dentro de ellos, se encuentran restos de invertebrados marinos y vertebrados continentales extinguidos, hallados en el Valle de los Dinosaurios.
El más destacado es el Argentinosaurus Huinculensis, uno de los dinosaurios más grandes conocidos hasta el momento, del cual se pueden conocer sus restos originales y una reconstrucción completa.
El Parque Temático Nahuelito, en Río Negro, cuenta con más de 3 hectáreas de bosques con más de 30 réplicas en tamaño natural y escala de los principales dinosaurios del período cretácico.
El Parque Nacional Sierra de las Quijadas en San Luis es otra de las paradas obligadas en el camino hacia la prehistoria. En el Potrero de la Aguada, se pueden encontrar huellas visibles de dinosaurios que se conservaron en el tiempo y fueron causa del clima semiárido, lagunas y ríos que componían el paisaje de la zona más de 120 millones de años atrás.
Dentro de los fósiles recuperados, se destaca el Pterosaurios Guiñazui, un reptil volador único en el planeta, cuyos restos se pueden conocer en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional de la provincia.
Un paseo que se transforma en una nueva forma de ver el mundo, tal como existía, millones y millones de años atrás.