¡Los vinos de Trevelin conquistan la Patagonia extrema!

· 11 Dic 2024 ·
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Vinos de Trevelin Patagonia. La Patagonia es dueña de una escandalosa belleza. A través del tiempo, ha enamorado a miles de viajeros, que ven en esas alturas nevadas y en sus cielos estrellados la inmensidad. Sin embargo, el paisaje es más que nieve. Con un pasado vitivinícola que muchos desconocen, el sur supo ser una de las zonas más productivas del país.

Sin embargo, para la provincia de Chubut, los vinos de calidad se hicieron esperar. En la década de 1980, un aventurero, Bernardo Weinert, montó el primer viñedo sobre pendientes del Hoyo; Patagonian Wines, pero es recién en la última década, cuando, cerca de Esquel, emergieron tres proyectos familiares que consolidaron el primer movimiento vitivinícola más austral.

Nant y Fall, Casa Yagüe y Contracorriente son los nombres embarcados en la osadía de hacer frente a la nieve y las heladas, los pájaros y los vientos. Porque Trevelin es una ciudad reconocida por el premio Best Tourism Villages de la ONU Turismo, entre los mejores pueblos del mundo, pero no deja de ser un clima completamente extremo para los vinos.

La Argentina vitivinícola se recuesta en la Cordillera de los Andes. Los vinos adquieren fuerza e identidad con los pueblos de montaña. Su extensión hace que una latitud 33; la de Mendoza, sea muy distinta a la latitud 43 de Chubut. Cuanto más australes nos ponemos, más presentes se hacen el clima frío y las lluvias. Eso moldea viñedos de secano, que luchan contra el viento y la helada. Días de mucho sol, noches de mucho frío. Inviernos pelados, combatiendo el clima con aspersores.

La consecuencia de un Winkler 1 (La escala de Winkler es una forma de medir las regiones vitícolas desde el punto de vista de la temperatura) es una acidez natural en primer plano. Vinos con menos alcohol y color, pero con una complejidad que tiende a las frutas negras y azules, las hierbas y las notas terrosas, destacando en los tintos el costado de hongos y vegetales; y las frutas cítricas con mayor frescura para los blancos.

Hemos hablado con cada familia sobre qué implica producir en esas condiciones, cuáles son las variedades que configuran el terroir y qué futuro le ven a sus vinos.

Viñas del Nant y Fall

Con su nombre prestado del área natural que protege las Cascadas del Nant y Fall, y vecinos de un campo de tulipanes que atrae al creciente turismo de flores, la bodega ubicada a 15 kilómetros de Trevelin cuenta con uno de los mejores campings de autocaravanas de Sudamérica, y recibe turismo todo el año en su restaurante decorado con inmensos dragones. Pero si de vino hablamos, Nant y Fall es una gran pionera, ya que el fundador, Sergio Rodríguez y su hijo Emmanuel, enólogo, pueden decir que produjeron en 2016 la primera botella de la región.

“Somos un proyecto familiar», cuenta Emmanuel. Nacimos en 2010, cuando vinimos a Trevelin desde Mar del Plata buscando una mejor calidad de vida. En 2016 nació la idea de plantar un viñedo. Con esa vendimia, Trevelin pasó a tener su primera botella en la historia. En estas latitudes no podemos hablar de grandes volúmenes de producción, pero sí podemos hablar de vinos de alta gama que requieren muchísima tecnología y atención a la hora de elaborar”.

“Estamos en un momento muy lindo, hemos tenido un crecimiento importantísimo», añade. «Creo que entendimos que somos un valle con particularidades propias que tenemos que expresar en el vino. Tenemos que seguir creciendo, aprendiendo en conjunto con las plantas para poder sacar el máximo potencial. No tenemos que perder la identidad del lugar, ni tratar de implementar técnicas para elaborar vinos semejantes a otros, sino desarrollar técnicas propias para poder extraer el mayor potencial posible de nuestras uvas. La variedad emblema de Trevelin es la pinot noir. Tiene una expresión del varietal, pero con matices que la hacen fácil de identificar como pinot de valle frío. Los vinos han sido premiados internacionalmente y se posicionaron como la uva tinta insignia de la localidad. Entre las blancas, personalmente creo que la gewürztraminer ha encontrado un lugar dentro del país donde se expresa muy bien aromáticamente, y le da una frescura y esa acidez propia del valle muy interesantes que lo quitan de lo tradicional en la elaboración de esta cepa”.

Vecinos de un famoso campo de tulipanes que causa furor, Emmanuel cuenta cómo afecta esa proximidad a la bodega. “En el mes de octubre viene muchísima cantidad de turistas. No hay palabras para describirlo… La cantidad de gente que acude año tras año a ver esta floración nos afecta y nos beneficia. Con que solamente la mitad pase a nuestras viñas, comporta una actividad turística muy grande en octubre. Es un fenómeno que va en crecimiento y se sigue trabajando. Espero que en el futuro haya más campos para atraer cada vez más gente”.

Casa Yagüe

Casa Yagüe plantó sus viñedos en 2014. Patricia y Marcelo son el alma mater del proyecto. Sin experiencia previa en viticultura, en la última década no han parado de viajar y capacitarse para entender qué tenían entre manos. Impulsores de la única Indicación Geográfica (IG) Trevelin para vinos de Chubut, aprobada en 2020 por el Instituto Nacional de Vitivinicultura, se convirtieron en grandes representantes de la marca Patagonia. Su Cabernet Franc es destacado en los círculos que lo conocen porque tiene una expresión absolutamente distinta. Un vino de bajo alcohol e intensidad, pero con los aromas propios de una Patagonia plagada de ciervos, frutillas, truchas, hongos y rosa mosqueta.

“Elaborar vinos en un lugar donde la vendimia es la última de Argentina por el clima frío, a fines de abril, tiene ventajas fantásticas», cuenta Patricia Ferrari, y continúa: «las uvas llegan en perfectas condiciones, usamos el frío para que los vinos logren expresiones únicas. A medida que pasan los años entendemos cada vez más nuestro lugar. Nuestro foco está en el viñedo, cuidándolo para tener una uva excepcional. Las condiciones del lugar y el clima nos dan estos vinos equilibrados y únicos, con una elaboración austera. El clima facilita la baja intervención, sin agregados ni correcciones, con mucha calidad y pureza. Creemos que el futuro está en las variedades de ciclo más corto, como chardonnay o pinot noir”.

“La pinot es la primera en cosecharse, pero es una variedad que necesita muchos cuidados. Te sorprende adaptándose al lugar y da como resultado un vino expresivo, frutal, con elegancia y profundidad de boca. Cada viñedo tiene suelos diferentes y depende de la impronta de cada bodega. En un futuro, Trevelin tendrá un hilo conductor, pero las expresiones de cada parcela dentro de la región son claramente diferentes. Por otro lado, la chardonnay es la segunda variedad en madurar y tener una expresión única. Teniendo en cuenta estas variedades principales podemos aventurarnos a decir que el espumante será en unos años, la expresión del lugar”.

“Después de la pinot y la chardonnay, hay variedades importantes como sauvignon blanc y semillón, que transmiten muy bien nuestro lugar y logran ser vinos de guarda por su acidez natural. Como perla y contra todo pronóstico, nuestro cabernet franc que tanto encanta tiene un perfil similar al pinot; también similar al Loire, con mucha fruta. Esta región tiene otra viticultura, es la del vigneron, que vive aquí, que sabe el valor de su tierra y sigue prácticas sustentables. Cree en la biodiversidad natural, en esta región única de Patagonia, al lado de un Parque Nacional prácticamente intangible”, culmina.

Contracorriente

Con una producción de aproximadamente 10.000 botellas al año, este lodge de pesca se convirtió hace pocos años en la tercera pata referente en la viticultura de Trevelin. Con viñedos plantados en 2015, la bodega es conducida por la única enóloga con gran experiencia en la región, Sofía Elena, que expresa todo ese ‘savoir faire’ en los vinos, y nos cuenta sobre los desafío de futuro y los caminos a seguir.

“Estamos en una zona marginal, al límite de la producción– cuenta Sofía – Me gustaría plantar la increíble variedad de clones de pinot que encontré trabajando en Oregon, Nueva Zelanda y California. En Argentina solo contamos con tres. Central Otago, en Nueva Zelanda, creció exponencialmente en muy pocos años gracias a que la gente se dedicó a hacer calidad. Lo mismo con los blancos; muchas variedades de regiones frías con las que se puede probar. No hay otros enólogos en la zona con experiencia y es difícil que se instalen porque no hay viñedos grandes. el trabajo está en el viñedo. Ni siquiera es de agrónomo; es de viticultor, de vigneron (viñatero). Hay mucho trabajo por desarrollar en materia de investigación de suelos, clima y ambiente para mejorar los vinos. Me gustaría ver el día de mañana un vivero serio para trabajar exclusivamente en la Patagonia. Trevelin tiene vinos equilibrados, con niveles de azúcar y acidez calibrados y con un perfil aromático fresco. Son Los vinos que a mí me gusta beber. Hay mucho potencial”, concluye.

Fuente: 7caníbales